Lograron atrapar al supuesto mozo que ya huía; no opuso resistencia, los miró desafiante; lo despojaron de un afilado puñal que ocultaba en sus ropas. Su risa sarcástica mostraba claramente su locura.
—Lo dedujo por la edad supongo, se trata del loco… —el Detective estaba eufórico, mientras esposaba al hombre— Pero ¿Cómo supo que era aquí donde cometería el crimen?
—¡Uff, francamente tuvimos suerte en alcanzar a llegar...! Debería preocuparse más del arte, de las leyendas, de la Biblia, señor González.
—Pero de qué me habrían servido con un loco como este.
—Mucho, mucho: PLATA30…, 30 monedas de plata.
González echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, mientras retenía al desquiciado individuo.
—¡Oh, cómo no lo vi! ¡Judas y su traición a Cristo! Este loco fue traicionado por sus compañeros…, lo dejaron solo; además una víctima trabajó en la Casa de Moneda. Apuesto que tuvieron participación también o fueron testigos de la violación y posterior crimen de la muchacha.
—ÍCARO, señor González —preguntó suavemente el Inspector, llevando entre ambos al trastornado.
—¡ÍCARO y DÉDALO! Según la leyenda escaparon volando con alas que fabricaron. ¡Diablos, pudimos haber salvado a Roberto Escalona de la compañía aérea!
—OVILLO… —el Inspector Carrados clavó su mirada en su ayudante, antes de meter a su presa en la patrullera.
—¿Ovillo? Siempre en leyendas griegas… mmmm, ¡Ariadna con el ovillo de hilo, Teseo y el Minotauro dentro del Laberinto!
—¡Bravo Señor González! Creo que seguirá siendo mi ayudante.
* Enlaces para seguir en sus aventuras al Sr. Jaime Olate:
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